La santa más popular de los tiempos modernos y también la menos vistosa; arropada incluso por una piedad llena de bonísimas intenciones, la fuerza interior de esta alma ha impresionado a los contemporáneos.
Sólo la fuerza interior, porque de puertas para afuera, una más en el Carmelo normando de Lisieux: callada, obediente, gris, débil de cuerpo, , que ni siquiera gozaba de buena reputación entre sus compañeras y sus superiores.
Nunca hizo nada extraordinario, nunca se movió de su sitio, un convento cualquiera en un rincón de provincias; las estadísticas se estrellan en su figura, aquí no hay nada que contar, nada periodístico, llamativo, brillante.
Se limitó a seguir lo que ella llamaba el caminito, «la petite voie».
Adorar, rezar, sufrir, trabajar, obedecer, encomendar. Su reino pertenece a lo invisible, a lo sobrenatural, y murió ignorada de todos.
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