Hay que salir al encuentro del Señor que se acerca; hay que hacerlo acompañado de las buenas obras. Este es el punto central que unifica las lecturas de este primer domingo de adviento. El Señor volverá, esto es una certeza que nace de las palabras mismas de Cristo en el Evangelio. Sin embargo, no conocemos ni la hora ni el día de su llegada, por eso la actitud propia del cristiano es la de una amorosa vigilancia (EV. Más aún, ante el Señor que se avecina hay que salir a su encuentro llenos de entusiasmo, hay que despertarse del sueño y ver que el día está por despuntar. Así como al amanecer todo se despierta y se llena de nueva esperanza, así la vida del cristiano es un continuo renacer a una nueva vida en la luz. (2L). La visión del profeta Isaías (1L) resume espléndidamente la actitud propia para este adviento: estamos invitados a salir al encuentro del Señor que nos instruye en sus caminos. Salir a su encuentro iluminados por la luz que irradia el amor de Dios por cada uno de nosotros los hombres.
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