Conmemoración de san Malaquías, profeta, que después del destierro de Babilonia anunció el gran día del Señor y su venida al templo, y la oblación pura que siempre y en todo lugar se le ofrecería.
Celebrábamos hace apenas dos días -el 16 de diciembre- a Ageo, profeta de la vuelta del Exilio, que inflamaba en nombre de Yahvé al pueblo para que cobrara ánimos y confiara en que la reconstrucción del templo vale la pena, es cosa de Dios. Dos días después en la celebración supone muchos años de diferencia entre un profeta y otro, y hoy el templo está reconstruido, la comunidad está en marcha, pero las cosas no son como se podía esperar: el ritual es mecánico, los creyentes no confían en Yahvé, ¿acaso no prospera más el injusto que el justo? ¿para qué gastar en ofrenda lo mejor del ganado? ¿acaso llega eso a Dios? En sólo dos días hemos pasado de celebrar en san Ageo la preparación de la fiesta, a celebrar en san Malaquías los residuos un poco marchitos del festín.