Las actitudes extremosas acaban creando fricciones y calentamientos que casi siempre tienen un difícil y costoso arreglo. La figura del papa Cornelio es una de las que, desde la segunda mitad del siglo tercero, señaló pautas de comportamiento para la futura marcha de la Iglesia. Y se trataba nada más y nada menos que de conjugar dos principios básicos con sus correspondientes consecuencias prácticas –la misericordia y la justicia– en los que no era posible ceder ni olvidar; tampoco se podía permitir que, al hacer incidencia en uno de ellos, quedara el otro relegado al olvido.
Al papa Cornelio se le presentaba una tarea ardua. Se trataba de dilucidar la actitud práctica que había de seguir la Iglesia con los lapsi. ¿Que quienes eran estos? Aquellos cristianos que no tuvieron fuerzas morales para mostrarse firmes en el tiempo de las persecuciones y prefirieron amar más su propia vida que los intereses de Dios; sacrificaron a los ídolos y condescendieron con el poder civil, salvando así el pellejo. Además, se les añadían los reos de otro tipo de pecado, siempre grave –adulterio y asesinato–. Leer Mas...